LA FORMA DE EVITAR SER UN DOBLE IMBÉCIL

      Tras un pequeño incidente de tráfico, una persona de las implicadas empieza a increpar a la otra gritándole de forma desmesurada, por su furor parece que se está desahogando de más de un problema personal. Mientras la otra persona aguanta sin inmutarse todos los improperios. Finalmente el enfadado termina la conversación diciéndole al hombre tranquilo: eres un imbécil. Éste le contesta con una serena sonrisa en la boca lo siguiente: no del todo, puesto que no pienso coger tu insulto. La otra persona pasa de ofendida a desconcertada, pues el semblante de su interlocutor no es agresivo y además no ha negado que tenga algo de imbécil, tras quedarse un instante parado decide meterse en su coche y marcharse tranquilamente.Una tercera persona que ha observado lo ocurrido entabla un pequeño diálogo con el hombre tranquilo:

— Perdone, he visto lo ocurrido y me queda una duda: ¿ha admitido usted ser un imbécil?

— ¿Tiene usted algo en contra de los imbéciles?

— ¡Hombre yo...!  - contesta titubeando

— Pues yo no tengo nada en absoluto contra ellos, por eso cuando me comporto como un imbécil no me juzgo por ello, que sería una segunda imbecilidad, sino que me río como cuando nos reímos ante un niño pequeño que ha pronunciado mal una palabra.

— ¿Me está diciendo que aprende de sus errores sin castigarse?

— Mucho más que eso, le estoy diciendo que me trato con amor, con cariño, y que no dejo de ver también en mis errores mi belleza interior. Por cierto, también estuve sintiendo la belleza interior de la persona que discutía sola.

— ¡Es cierto, usted no discutía!

— Hoy no me apetecía jugar a discutir -dicho esto el viejo se quitó el sombrero a modo de saludo y se marchó.

        "Las aventuras del viejo indomable" - Primer encuentro

        Texto de Carlos González Pérez (La Danza de la Vida)


              Link al segundo encuentro:

     https://ladanzadelavida12.blogspot.com/2020/10/el-derecho-conocer-nuestra-belleza.html       

 

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