En todas las tradiciones se ha
vivido el autoconocimiento como algo que requiere mucho esfuerzo y sacrificio,
esto ha sido recogido hasta en las series de televisión como la mítica “Kung
Fu”, en la que un monje shaolín pasa su infancia y adolescencia superando las
pruebas de sus maestros.
En
el Paradigma de la Dualidad
el autoconocimiento requiere del apoyo y vigilancia constante de un maestro;
para buscar la sabiduría interior se
necesita de una autoridad exterior que nos guíe. Es andar un estrecho sendero plagado de
dificultades para el que sólo unos pocos están preparados. El autoconocimiento
en estas circunstancias no se puede convertir en un bien social, en un derecho de
toda persona, por eso hoy en día no está recogido en ninguno de los temarios de
los sistemas educativos.
La
humanidad no puede resolver sus problemas endémicos y la educación no puede
llegar a su pleno potencial mientras las personas no se conozcan a sí mismas.
Para llevar a cabo un proceso tan importante es necesario sembrar la conciencia
de que una segunda alfabetización es necesaria; ya no basta con instruir, es
necesario llegar al siguiente nivel: llevar el autoconocimiento a la educación,
aprender a conocerse a sí mismo ha de ser un derecho humano reconocido por toda
la comunidad mundial. El viejo
principio socrático no se puede llevar a la práctica de forma generalizada,
como un derecho humano, a través del viejo Paradigma de la Dualidad, pues las
técnicas de autoconocimiento de éste no son aptas para introducirlas en los sistemas
educativos, ni tampoco en lo hogares.
Es
necesario recurrir a los “Nuevos Paradigmas del Conocimiento” para desplegar
esta segunda alfabetización del mundo. Estos paradigmas tienen una virtud
esencial para lograrlo; sus teorías, sus visiones del ser humano, de la vida,
del mismo universo, apuntan siempre hacia el observador, haciéndole cocreador
de lo observado: el autoconociento es pues esencial para entender la realidad
desde su perspectiva. Aprender a pensar
a través de ellos abre de forma natural nuestra mente hacia el
autoconocimiento, de forma que no hacen falta pruebas iniciáticas, ni dones
previos en las personas: el “conócete a ti mismo” puede convertirse en algo a
disfrutar, en una forma de nutrir nuestra curiosidad y nuestro espíritu
científico, el estrecho sendero reservado a unos pocos se vuelve camino
transitable para todos.
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La sabiduría del viejo paradigma para el autoconocimiento ha de dar paso a una nueva mirada en la que no es necesaria la autoridad de un maestro exterior para aprender a conocerse. |
El
autoconocimiento en este camino requiere trascender los juicios y la educación
en autoridades, sólo así se abrirá la puerta a nuestra propia sabiduría. Para
conseguirlo es esencial subir las octavas de nuestro nivel emocional a una “alta frecuencia”, esto garantiza que
nuestra forma de pensar sea incompatible con la dramatización de la vida.
Nuestra educación en dualidad nos ha hecho dependientes de autoridades
exteriores, haciéndonos perder la confianza en nuestra propia sabiduría. Para
retirarle el poder a estas autoridades exteriores es necesario contemplarlas
desde el humor, pues éste sube la frecuencia de nuestras emociones, ayudándonos
así a relativizar los juicios que nos
hacen súbditos de dichas autoridades.
Patch
Adams vivió tan intensamente los dramas
y las tragedias de la humanidad que intentó suicidarse varias veces, hasta que
descubrió el poder de subir las octavas de nuestras emociones, el mundo desde
esta altura parecía por fin tener solución. Sus frustraciones se transmutaron
en creatividad a través de la creación
de un personaje desde el cual podía sentirse él mismo, había nacido “el efecto Patch Adams”. Su
arrojo, su valor, consiguió varios “imposibles”, entre ellos inspirar el
movimiento de los payasos de hospital, presente hoy en todo el mundo.
No
podremos superar los dramas de la humanidad mientras no aprendamos a manejar a
voluntad la frecuencia de nuestras emociones, sólo riéndonos de nuestros
problemas podemos verlos sintiéndonos más grandes que ellos. La risa ha de
sustituir a las pruebas iniciáticas en el autoconocimento, no tiene ya sentido
buscar la felicidad en las dificultades y el sufrimiento.
¿Qué
te parece, querido lector, probar la potencia de subir tus octavas emocionales
escuchando al auténtico Pacth Adams …?
Hacer el payaso ante las autoridades
que han frenado nuestro autoconocimiento las desarma, abriéndonos la
puerta a disfrutar de nuestra propia esencia.