NO ES NECESARIO LUCHAR CONTRA NUESTROS DEFECTOS: HACIA LA SABIDURÍA DE LOS DEFECTOS


     Luchar contra nuestros defectos se suele convertir en un combate contra nosotros mismos, en un herirnos para salvarnos, en un sentirnos culpables cuando volvemos a caer en ellos. Para evitar este combate hay una alternativa: contemplar a nuestros defectos desde otra perspectiva, desde una mirada que no implique juicios y a la vez nos revele en el defecto una oportunidad.
    Desde esta nueva perspectiva un defecto es un don que se está expresando en su polaridad obstáculo, por eso precisamente lo llamamos defecto (textualmente defecto significa que falta algo), es decir: echamos de menos en el defecto el don correspondiente, el don es lo que le falta al defecto para que ambos cobren sentido: defecto y don son un binomio inseparable, no dos cosas que se excluyen mutuamente. Sabiendo esto no tenemos por qué luchar contra nuestros defectos, ni tampoco juzgarlos, tan solo hemos de aprender a cambiarlos de polaridad: es el camino de la sabiduría de los defectos.

No se trata de que nuestras virtudes, nuestros dones, pesen más que nuestros defectos, sino  de encontrar la relación entre ellos, de construir caminos que nos permitan partiendo de nuestros defectos llegar a nuestros dones: un defecto es una luz roja que nos avisa de que hay un don relacionado con él